5 de agosto de 2011

Caminando se aprende

En mi camino por los diferentes rincones de Caracas, me he topado con diferentes escenarios en donde la locura, el espectáculo y las diferentes facetas de la gente juegan un papel importante. 

Particularmente, hoy, mientras atravesaba la plaza que lleva el nombre del libertador, Simón Bolívar, unos gritos se escuchaban a lo lejos, gritos que reflejaban a un hombre mayor con una rabia que no se podía guardar para sí. Caminando me acerqué al lugar donde se presentaba el hecho; ví a un hombre barriendo la plaza y a este señor gritandole, indignado, porque no lo dejaba predicar la palabra justamente en ese trozo de cerámica donde la escoba hacía su trabajo; lo llamo demonio, hombre de poca fé entre otros calificativos que por estar en horario supervisado no los diré.

La gente se pasaba cerca del lugar del hecho, para enterarse de lo que pasaba en el sitio y estas a su vez se reían de lo ilógico del reclamo, por parte de aquel señor que quería predicar la palabra y lo que realmente hizo fue regalarnos, con su show, un buen inicio del fin de semana.

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